La excepción resultó Albert Bravo, que se clasificó en los 400 metros planos, con la marca "B", exigida para los Juegos de Londres, aunque el relevo 4X400 ya tenía, como equipo, su boleto para la competencia que organizan los ingleses.
Los tiempos y marcas que se han registrado, hasta ahora, distan mucho de estar a nivel de la elite de los especialistas de pista y campo, sin embargo hay que reconocer que los venezolanos participan en una competencia internacional, porque el crecimiento y las medidas de las posibilidades de un atleta tiene como termómetro ese roce internacional.
Un punto adicional, e importante, es el homenaje que en este evento se le rinde al reducido grupo de atletas que en 1962 ganaron el campeonato celebrado en España, y que gracias a la astucia del entonces presidente de la Federación Venezolana de Atletismo, Eduardo Alfonzo, quien conocedor al dedillo del reglamento obligó a la repetición de una prueba, porque una línea estaba pintada de un color diferente a lo establecido por el reglamento de competencia. La carrera, la posta 4X100, finalmente, fue ganada por Venezuela y en aquel tiempo que el torneo era ganado por el que sumase mayor cantidad de puntos, el equipo nacional superó por una unidad a la representación de Argentina.
El dictador español Francisco Franco ("Caudillo de España por la Gracia de Dios") entregó la copa de campeón de los "Juegos Iberoamericanos" al dirigente venezolano.
Aquí estuvieron, entre otros, Rafael Romero, Juan Ruperto "John" Muñoz, Leslie Mentor, Hortencio Fucil que recibieron de la dirigencia de Feveatletismo un recuerdo por aquella gesta.
Posiblemente en esta edición del Iberoamericano se supere la cantidad de medallas que ganó Venezuela en España, pero el recuerdo de Romero, Muñoz, Mentor, así como los desaparecidos Horacio Esteves, Héctor Thomas, el entrenador Ladislao Nazar y el directivo Eduardo Alfonzo mantendrán su imborrable recuerdo en la historia del atletismo nacional, hoy un tanto decaído.